jueves, octubre 19, 2006

En el backstage


Manu mira el vaso sin enfocar la mirada, atravesándolo sin ninguna concentración. John Fogerty grita desde muy lejos algo sobre la mala luna.Le tiemblan las manos. Acaricia como un autómata el mástil de su Les Paul Custom. El corazón se le sale por la boca. Hace meses desde la última vez que se subió a un escenario y la espera le está pareciendo insoportable. Alrededor, el descontrol habitual de sus compañeros le devuelven cierta sensación de confort. De nuevo en casa. Un diminuto camerino, lleno de humo y fundas de guitarra amontonadas, pero en casa. Repasa mentalmente cada acorde, cada solo. La prueba de sonido ha ido bien, pero eso no significa nada. Intenta engañarse a si mismo bromeando con la banda. “Un mal día para dejar las drogas”, le repiten. -”¡¡¡Cinco minutos y nos vamos!!!”- En ese momento, hubiera querido estar derrumbado en el sofá viendo cualquier sandez en la tele. Afina por enésima vez. Busca en el bolsillo un lexatín y lo traga acompañado de una puta fanta de naranja. Un mal día para dejar de beber. Sin ser muy consciente de cómo y por qué, se encuentra encima del escenario. Un pipa engancha el jack en la guitarra y pega en el monitor la lista de canciones.
“¡Un cigarrooo,!” Las luces le ciegan por un momento. Golpes de baqueta 1, 2 ,3....nos vamooos. Se concentra especialmente en la primera canción. Si todo va bien, el concierto discurrirá con cierta facilidad. Pero en caso contrario, los nervios empiezarán a hacer de las suyas y lo que antes estaba afinado, ahora no lo va a estar. El ampli raja o las manos se agarrotan. Todo ello le recuerda una canción que tocaba The Band, “stage fright”, algo asi como el miedo escénico del que hablaba Valdano. En realidad la cosa no va mal, hay presión en el escenario y el grupo está a gusto. Cuando todo va bien, la sensación de estar encima de un escenario es algo dificil de explicar. Es como estar en una tabla de surf sobre una gran ola, con su sensación de inestabilidad, el aire húmedo en la cara y la adrenalina subiendo y sabor salado en la piel. Dieziocho canciones, dos bises y de nuevo en el pequeño y humeante camerino. Y de nuevo la misma sensación de vacio de siempre. Esa angustia inexplicable que en ocasiones le lleva a estar a punto de llorar. Sale del camerino, en parte por no ver la tentación delante de las narices, nunca mejor dicho, y en parte por algo parecido a una especie de claustrofobia post concierto. “¿Qué tal ha sonado?” es la pregunta recurrente que hace a todos y cada uno de los técnicos y pipas que se encuentra en su deambular por el backstage. Allí se encuentra bien, entre flight cases de luces, etapas de potencia, cables por el suelo y gente de un lado para otro. Un ambiente de batalla finalizada que le hace sentir extrañamente tranquilo. Allí piensa, recapacita. Mastica cada una de las razones que le llevaban a preferir una prueba de sonido, un ensayo o una cena con su banda, a cualquier concierto por bueno que éste sea. Es un contrasentido. Ha disfrutado del concierto, pero parece que el público arranca cadavez un trozo mas grande de sí mismo. No entiende por qué pero está angustiado. Tan angustiado como todas las veces que bajalas escaleras del escenario.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón... En ocasiones pienso lo mismo...

Anónimo dijo...

No se por qué,pero siempre imaginé que pensabas así. Aun hoy desapareces como por arte de magia cuando te bajas de un escenario.

Anónimo dijo...

Me ha hecho gracia porque es una reflexión que me he hecho yo a veces: hay ensayos que merecen la pena más que cualquier concierto. Será el exceso de presión, la obligación de no fallar, con lo bonitos que son algunos fallos...

Juanma dijo...

En la prehistoria tuve algo perecido al exito. Teles, discos y mucha carretera. Solo me llenaba un balbuceo de version en una prueba de sonido, una tarde en el local de ensayos o los estudios de grabacion. No era por presión o miedo, simplemente era así.
Ahora disfruto realmente cuando toco en un garito.

Michael dijo...

tienes razón, te he visto tocar con tu banda tres veces en el honky y han sido flipar. No voy a entretenerme parafraseando, sólo decirte que vine a Madrid a buscar, entre otras cosas, momentos puros y tus conciertos han arreglado muchos chascos de estos dos años que llevo en madrid. gracias