miércoles, marzo 14, 2007

New York


Vamos a ir al Metropolitan en primer lugar.
Esta noche quedaremos con Paul y su mujer para cenar en Chinatown. Segun Paul, hay que conocer la auténtica comida china. Quedamos en el Peking Duck House, 28 Mott St. a eso de las nueve.
El Metropolitan está en la Quinta Avenida y la calle ochenta y dos, pegado al parque. Es un edificio como neoclásico. Con grandes columnas y una larga escalera. De la balaustrada del primer piso cuelgan unas grandes lonas que anuncian las exposiciones recomendadas. Subimos la escalinata de piedra y entramos. Cuesta al rededor de doce dolares, que pagamos a cambio de una chapita naranja con la M logotipo del museo. Tenemos que dejar la mochila en el guardaropa, así que dejamos también los abrigos. Es enorme. Vamos a empezar por la planta en la que estamos, arte egipcio, armas y armaduras, arte grecorromano, etc... Me encuentro a Aurora, una amiga que ya había visto en el avión. Me pregunta qué me parece la ciudad y charlamos un rato.
Llevamos un par de horas deambulando por salas y mas salas,en las que hay desde cuadros a templos egipcios enteros. Decidimos comer allí.
Un self service de mesas de madera nos espera en la esquina derecha de la planta baja.
Voy cojeando, cada vez lo llevo peor. Cojo un plato de carne como guisada con gelatina verde y una ensalada de pasta, también un brick de leche, esto me apetecía hacerlo de verlo en las pelis.
M se acerca a la tienda del museo y compra una pulsera. Recorremos nuevamente salas de impresionistas aunque ya estamos un poco cansados. Esto hay que verlo despacio y por partes. Decidimos salir.
Salimos con rumbo al sur como siempre. Caminamos sin prisa, charlando desordenadamente. A quiere pasarse por el hotel a cambiarse porque se le ha roto la cremallera del anorak.
Quedamos en el Worl Trade Center.
Vamos por la calle Madison. Decidimos coger un autobús. Hemos cambiado de calle pero no se muy bien en cual estamos. Veo una iglesia que me suena que sea la de San Patricio pero mirando el mapa no me aclaro, bah tampoco es que me preocupe mucho.
Recorrimos practicamente todo Manhattan desde el Metropolitan. Atravesamos, Village, Soho, y lo que creo que es Tribeca.
Para hacer tiempo a encontrarnos con A recorremos la zona. Comemos algo en un Mc Donalds justro enfrente de las torres. Volvemos a la entrada. Hay una plaza bastante grande con una fuente en el centro, y en el centro de la fuente una especie de bola del mundo. Hago bastantes fotos con la certeza de que no se va a ver bien la magnitud de los edificios. Es verdaderamente una pasada. A llega un poco tarde pero llega. Hago una foto a M y a él abrazandose al lado de la fuente, como si se reencontrasen despues de no verse en mucho tiempo.
El lobby es enorme, de techo altísimo, escaleras mecánicas y barandillas de cristal.
Son alrededor de las cinco y media. No hay una cola muy grande para subir al mirador, así que, en poco tiempo, estmos delante de uno de esos "ascensores cohete" que te catapultan, al mirador del piso ciento siete, en escasos minutos.
Subimos en un santiamen. A mi no me gusta demasiado los ascensores y pensar en ciento y pico pisos me pone enfermo.
La vista es increible. Desde arriba controlas absolutamente toda la ciudad. Se ve desde la Estatua de la Libertad de frente, New Jersey a la derecha, Brooklin a la izquierda, el Empire State y Central Park detrás de ti, y hasta Harlem. Me quedo casi quince minutos sentado, delante de los cristales, en silencio, observando el puerto, el puente de Brooklin... Hago muchas fotos. Cuando empieza a oscurecer volvemos a la calle. Hemos quedado para cenar en Chinatown. Decidimos caminar.
El barrio chino es un puro bullicio. Me paro en un puesto de imitaciones de relojes donde la dependienta me habla en chino a toda velocidad enseñandome reloj tras reloj. No compro nada. Alf pregunta por la calle Mott, pero le cuesta entender lo que le dicen. Al final un poli nos indica, acompañándonos bastante trecho.
El Peking Duck House estrá en un primer piso. En un salon bastante grande nos esperan Paul y su mujer. En las otras mesas solo hay chinos. Paul se encarga de pedir. La verdad es que no entendemos mucho de lo que hay en la carta, así que le delegamos el honor.
La camarera parece que no entiende bien el inglés. Se acerca otro encargado.
Tenemos en la mesa varias fuentes de cosas extrañas. Ya nos habían advertido de que poco tenía que ver con la comida china que conocemos. La verdad es que me gusta casi todo menos una especie de bolas gelatinosas.
Después de cenar tomamos una copa en un garito donde actúan grupos.
La verdad es que no son demasiado buenos.
Despues de unos cuantos guisquis enanos nos despedimos y regresamos al hotel.

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