Nos habíamos apropiado del "The river" de Springsteen de una forma un tanto ilegal. Jota con esa cara entre niño bueno a punto de la narcolepsia, fue el encargado de la operación. Dos copias de uno de los grandes "dobles" de la historia que iban a sonar hasta la extenuación en nuestros equipos duales, reproductores de esos mágicos vinilos.
Había que aprendérselo de memoria antes de emprender el viaje a Barcelona para ver al Boss.
Eran los primeros ochenta. Springsteen aun nos gustaba.
Fuimos en un 127 destartalado, en el que el asiento del copiloto pertenecía a otro coche. Jota, "la abuela", "el pelos" y yo: un curioso cuarteto.
Después de un extraño y larguísimo viaje, amenizado por Van Morrison en su mayoría llegamos a Montjuic.
Es extraño visto con perspectiva, pero había mogollón de entradas en taquilla y la mayoría del público había llegado desde Madrid como nosotros.
Probablemente fue el mejor concierto de rockandroll que he visto en mi vida. En un semilleno pabellon, la e-street band fue escupiendo uno a uno todos los temas que habíamos ido a escuchar.
No se cuanto duró, pero se me hizo corto. Recuerdo que Cadillac ranch fue la entrada de la segunda parte del concierto. Impresionante.
Cuando nos íbamos vi a un cantante que ahora es jurado de un programa concurso de esos lamentables, entrar al backstage con toda su discografía bajo el brazo. "Para regalarsela al Boss", me dijeron. Ufff sentí algo de verguenza ajena.
Años mas tarde tuvimos la ocasión de ver nuevos conciertos de Springsteen, Paris, Madrid, Madrid otra vez.... pero nada fue igual.